Por qué la psicologia de Ernesto Baron no funciona ?
Ernesto Barón desde hace muchos años emplea un método de aproximación a los problemas que entiendo es errado en la base.
Errado, al menos, si lo que se persigue es la mejora psicológica de sus adeptos.
Muy apropiado en cambio, si los fines --ocultos, pues no se dicen en ningún momento-- son los de coartar, condicionar, subyugar y establecer fuertes relaciones de dependencia en las personas.
Su metodología es centrada en los problemas, en la parte negativa, en los egos, en el trasfondo de oscuridad psicológico, en las desviaciones y degeneraciones de la humanidad actual. Donde quiera que mire el buen Barón es para señalar algo perjudicial, dañino, malévolo. Su papel es sistemáticamente mostrar la parte negativa de las cosas, estudiarla, desmenuzarla, "profundizar", dice.
Por supuesto, él siempre se posiciona en la parte positiva, no en vano es quien lleva la voz cantante, quien dirige y señala. Él representa el Bien luchando arduadamente con el galopante Mal.
Con ello, los efectos que consigue son los de quedar él siempre bien. Él es el que sabe..., la luz del mundo que ilumina en la más profunda noche.
No se da cuenta, o aún peor, sí lo hace y se sirve de ello: Qué su procedimiento, su técnica es tóxica, dañina, altamente perjudicial. Sus seguidores quedan anulados, siempre cuestionándose a sí mismos, observando si la parte de ellos que se expresa, que se manifiesta, que sale al exterior, es la malvada, la negativa. Se tornan inseguros, miedosos. Saben que deben estar siempre en el control, en la vigilancia. Dentro llevan un polvorín. Eso es lo que creen y cada nuevo contacto con Barón se lo viene a reafirmar.
Y cuando así sucede, cuando las personas yerran, cuando se equivocan, ahí está Barón o Néfer para señalar la falta, el error. Y lo desmenuzan y profundizan en él.
Tienen la desfachatez de llamarlo "ayuda consciente", "hacer psicología", ayudar a la humanidad.
Qué diferente sería un enfoque basado en lo positivo, en la solución, no en el problema:
Queremos trabajar un ego, guerrear con él, enfoquémonos en su opuesto, conozcamos las cualidades y facetas de la virtud opuesta, pongámonos a practicarlas, ensalcemos lo positivo, desarrollemos las cualidades positivas, hasta que la virtud venga de modo natural a nosotros.
Pero, no, para nada. Lo que se hace en las filas de Ernesto y Néfer, bajo sus indicaciones, es estudiar, conocer, lo más profundamente posible todos los aspectos de la maldad humana.
Al final, las personas se quedan ancladas, fijas, en el temor, el miedo, la culpabilidad, los egos. La vida se convierte en algo duro, pesado, triste,..........sólo aliviado momentaneamente por "las colaboraciones", en las que el duro trabajo te hace olvidarte de tu realidad.
Por otro lado, la necesidad imperiosa de buscar dinero con que hacer frente a los constantes eventos, se vuelve algo positivo al permitirte salir tan siquiera unos instantes de la desazón que te invade cuando estás solo contigo mismo, con tu "dolorosa y oscura vida egóica".
La felicidad que se siente en cada Reunión de Profesores, cuando no son tus barbas las que han cortado, cuando has quedado a salvo del expeditivo y cruel método gnóstico, es inmensa.
Muchos al acabar dichas reuniones no pueden ocultar sus risas y ríen a carcajadas a la más mínima....., pero siempre fuera, lejos de la mirada vigilante de EB o Néfer. ¡Cuántas veces no vi llorar de alegría al término de dichas reuniones! ¡Yo mismo lo hice muchas veces!
Lo triste es que entonces lo confundíamos con la FELICIDAD, con mayúsculas. Aunque por dentro, y a veces también por fuera, lo comentábamos entre profesores: Esta vez nos hemos librado, pero estando el ego dentro --nos decíamos todos de acuerdo--, no será difícil que a la próxima nos toque a cualquier otro.
En esos instantes, se hacía un silencio profundo. Pero la dicha de haber escapado entonces era mayor y rápido se volvía al chiste fácil y tonto.
Hoy he comprendido que aquello de felicidad no tenía nada. Era la alegría del que sabe que tarde o temprano lo van a ajusticiar, cuando comprueba que esta vez no le toca a él, que, otra vez más, se ha escapado, que ha quedado a salvo de las manos y afilada hoja del verdugo, quien, acostumbrado a su papel, ha llegado a quererlo y ansía con vehemencia el momento fugaz e intenso de imponer y hacer valer su justicia.
Por Maat, ex profesor del C.E.A
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