Plagios de la obra de Christian Jacq "Ramsès"
Es bueno recordar aquí que Ernesto Barón castiga fuertemente sus discípulos por cualquier mentira. El director del C.E.A ademas hace creer a sus fieles secuaces que las informaciones o revelaciones vienen a el directamente de los mundos superiores....
Se trata aqui del segundo libro de Nefer Baron (2006) despuès de "reflexiones del corazon" (2004).
Estamos empezando un trabajo de estudio de lo que es indudablemente un plagio de la obra "Ramsés"(varios tomos) del autor francés Christian Jacq. Esas obras fueron escritas en los años 90.
Es bueno precisar dos cosas para entender la importancia de este fraude:
1- El estatus de Nefer Baron es el de un "Cristo" que aunque no lo diga abiertamente (pero si lo dice su esposo) tiene aceso a las dimensiones superiores, particularmente los anales akashicos que permiten conocer la verdadera historia de los hombres. En un momento dado la escritora dice que su objetivo es dar de conocer la historia real de Ramsés y no la tergiversada que normalmente conocemos...
2- La edicion del libro es "interna", la obra esta reservada a los miembros del grupo. Asi es mas facil escaparse de las leyes protegiendo los derechos de autor que con tanta fuerza Ernesto Baron quiere defender (los suyos por supuesto)...
2- La edicion del libro es "interna", la obra esta reservada a los miembros del grupo. Asi es mas facil escaparse de las leyes protegiendo los derechos de autor que con tanta fuerza Ernesto Baron quiere defender (los suyos por supuesto)...
Aqui se trata de un primer extracto... vendran muchos otros... De hecho casi toda la obra es un plagio...A la izquierda el extracto completo de C. Jacq comparado al texto plagiado... Por supuesto el libro de Nefer Baron aparece como un resumen de varias obras de Jacq, por eso muchas anecdotas o detalles de este ultimo no aparecen en el libro del CEA.
Texto C. Jacq « Ramsès el hijo de la Luz »
Capitulo: 9 |
Nefer « El alma de los faraones »
Capitulo: Las primeras pruebas de Ramses |
Las
audiencias de la reina Tuya habían sido agotadoras.
En ausencia de su marido, quehabía partido a inspeccionar las
líneas de defensa de la frontera nordeste, había recibido
al visir, al director del Tesoro, a dos jefes de provincia y a un
escriba de los archivos. Muchosproblemas
urgentes que resolver al instante intentando evitar los
desaciertos.
Seti
estaba cada vez más preocupado por la agitación permanente de
las pequeñas
comunidades
de Asia y de Siria-Palestina, que los hititas alentaban a
sublevarse.
Normalmente,
una visita protocolaria del faraón bastaba para calmar a unos
reyezuelosparcos en palabras.
Hija
de un oficial de carros, Tuya no pertenecía ni a una estirpe real
ni a una nobleascendencia, pero se había impuesto rápidamente en
la corte y en el país por suscualidades. Tenía
una elegancia natural: el cuerpo muy delgado, el rostro con
grandes ojos almendrados, severos y penetrantes. Una
nariz fina y recta le confería un porte altivo.
Como
su esposo, imponía respeto y
no
toleraba ninguna familiaridad.
La brillantez de la
corte
de Egipto era su preocupación esencial; del ejercicio de sus
responsabilidades
dependía
la grandeza del país y el bienestar de su pueblo.
Ante
la idea de recibir a Ramsés, su hijo preferido, la fatiga se
evaporó. Aunque había
elegido
el jardín del palacio como marco para la entrevista, había
conservado su largo
vestido
de lino con ribete de oro, una capa corta plisada sobre los
hombros, un collar de
amatistas
de seis vueltas y una peluca con mechones ensortijados, paralelos
y del mismo
grosor,
que le ocultaban las orejas y la nuca. ¡Cuánto
le gustaba pasearse entre las
acacias,
los sauces y los granados, al pie de los cuales crecían acianos,
margaritas
silvestres
y espuelas de caballero!
No
hay más bella creación divina que un jardín, donde todas las
criaturas vegetales
entonaban,
a lo largo de las estaciones, la alabanza de Dios. Día y
noche, Tuya se concedía
unos
minutos de ensueño en aquel paraíso antes de preocuparse de los
deberes de su
cargo.
Cuando
Ramsés se dirigió hacia ella, la reina se sorprendió. En unos
meses, el
muchacho
se había convertido en un hombre de una belleza notable. Al
verlo se imponía
una
sensación: la de poder. Por supuesto aún le quedaban
trazas de la adolescencia, en el
porte
o en las actitudes, pero la indolencia del niño había
desaparecido.
Ramsés
se inclinó ante su madre.
|
en
ausencia del faraon la reina Tuya era la encargada de dirigir el
timon de ese gran barco llamado Egipto) « la
reina Tuya llevaría el timón del barco del Estado. » (cap
24 de C Jacq)
el
intento de desaciertos era siempre problemas urgentes que resolver
al instante,
tuya
tenia una elegancia natural, un cuerpo esbelto con grandes ojos
almendrados color café, que reflejaban la luz que solo un gran
alma puede irradiar
al
igual que seti imponia respeto y profunda admiracion
(impedia
que todo aquel que se le acercara abusara de su confianza)
(tambien
a la reina le gustaba mucho pasearse en el fresco perfumado jardin
de palacio, entre los acacias, los sauces y las ganadas
(Para
ella no habia mas bella creacion divina que un gran jardin donde
todas las criaturas elementales entonaban a lo largo de las
estaciones las mas bellas alabanzas a los Dioses)
(al
verlo emanaba e imponia una sensacion la de misterio y poder que
solo un hombre de luz puede desprender)
(Ramses
se inclino hacia aquella imponente dama que el consideraba como
madre)
|
Christian
Jacq « El hijo de la luz » capitulo 1 (extracto no
cortado)
|
Nefer
Baron «Las primeras pruebas de Ramsès (El alma de los faraones)
|
El
toro salvaje, inmóvil, miraba fijamente al joven Ramsés.
El
animal era enorme;con las patas gruesas como columnas y
largas orejas colgantes, una barba tiesa en la mandíbula inferior
y el pelaje pardo y negro, acababa de sentir la presencia del
muchacho.
Ramsés
estaba fascinado con los cuernos
del animal, unidos y abultados en la base
antes
de curvarse hacia atrás y dirigirse hacia arriba, formando una
especie de casco
terminado
en puntas aceradas, capaces de desgarrar la carne de cualquier
adversario.El muchacho jamás había visto un
toro tan grande. El animal pertenecía a una
raza temible, que los mejores cazadores
dudaban en
desafiar;
apacible en medio del rebaño, compasivo con sus congéneres
heridos o enfermos, atento al cuidado de los toros jóvenes, el
macho se convertía en un guerrero aterrador cuando se turbaba su
quietud. Furioso a la menor provocación, embestía a una
velocidad sorprendente y no se calmaba hasta abatir a su
adversario. Ramsés retrocedió un paso. La cola del toro salvaje
fustigó el aire; lanzó una mirada feroz al intruso que había
osado
aventurarse en sus tierras, unos pastos cercanos a un marjal en el
que crecían altas cañas. No lejos de allí, una vaca paría,
rodeada por sus compañeras. En aquellas soledades del borde del
Nilo, el gran macho reinaba en su manada y no toleraba ninguna
presencia extraña. El joven había confiado en que la vegetación
lo ocultaría; pero los marrones ojos del toro, hundidos en las
órbitas, no lo abandonaban. Ramsés comprendió que no tendría
escapatoria. Lívido, se volvió lentamente hacia su padre.
Seti,
el faraón de Egipto, aquel al que llamaban «el toro victorioso»,
se mantenía a
unos
diez pasos detrás de su hijo.
Su sola presencia —se decía— paralizaba a sus
enemigos; su inteligencia, aguzada como el pico del halcón, iba
en todas direcciones y no había nada que ignorase. Esbelto,
con
el rostro severo, la frente alta, la nariz arqueada, los pómulos
salientes, Seti encarnaba la autoridad.
Venerado
y temido, el monarca había devuelto a Egipto la gloria de
antaño.A
los catorce años, Ramsés,
cuya estatura era ya la de un adulto, se encontraba con su padre
por primera vez.Hasta entonces había sido criado en el palacio
por un ayo encargado de enseñarle a convertirse en un hombre de
valor, que, como hijo de rey, pasaría días felicesdesempeñando
una alta función. Pero
Seti lo había arrancado de su clase de jeroglíficos para
llevarlo a pleno campo, lejos de cualquier aldea.Ni
una palabra había sido pronunciada.Cuando
la vegetación se hizo demasiado densa, el
rey y su hijo ya habían abandonadoel carro tirado por dos
caballos y se habían internado en las altas hierbas.
Una vezfranqueado el obstáculo, habían ido a parar al territorio
del toro.Entre
el animal salvaje y el faraón, ¿cuál era el más pavoroso?Tanto
de uno como de otro se desprendía un poder que el joven Ramsés
se sentía incapaz de dominar.
Afirmaban los narradores que el toro es un animal celeste, animado
por el friego del otro mundo, y que el faraón confraternizaba con
los dioses. A
pesar de su estatura, su robustez y el
rechazo
del miedo, el adolescente se sentía atrapado entre dos fuerzas
casi cómplices.
—Me
ha descubierto —confesó con voz que quería ser resuelta.
—Tanto
mejor.
Las
dos primeras palabras pronunciadas por su padre resonaron como una
condena.
—Es
enorme, es...
—¿Y
tú, quién eres tú?
La
pregunta sorprendió a Ramsés. Con la pata delantera izquierda,
el toro escarbaba
furiosamente
el suelo; garzas y garcetas remontaban el vuelo, como si
abandonaran un campo de batalla.
—¿Eres
un cobarde o el hijo de un rey?
La
mirada de Seti traspasaba el alma.
—Me
gusta luchar, pero...
—Un
verdadero hombre llega al final de sus fuerzas. Un rey, más allá
de ellas; si no
eres
capaz de ello, no reinarás y no volveremos a vernos.
Ninguna prueba debe hacerte flaquear.Vete, si lo deseas; si no,
captúralo.
Ramsés
osó alzar los ojos y sostener la mirada de su padre.
—Me
enviáis a la muerte.
—«Sé
un toro poderoso de eterna juventud, de corazón firme y de
cuernos acerados,
que
ningún enemigo pueda vencer», me dijo mi padre; tú,
Ramsés, saliste del vientre de tu madre como un auténtico toro,
y debes convertirte en un sol
radiante que lance sus rayos por el bien de tu pueblo. Te
ocultabas en mi mano como una
estrella. Hoy abro los dedos. Brilla
o desaparece.
El
toro emitió un mugido; el diálogo de los intrusos lo irritaba. A
su alrededor, todos los ruidos del campo se extinguieron; del
roedor al pájaro, cada uno percibía la inminencia del combate.
Ramsés dio la cara.
En
la lucha con manos libres había vencido a adversarios más
pesados y más fuertes
que
él, gracias a las llaves que le había enseñado su ayo. Pero,
¿qué estrategia adoptar ante
un monstruo de aquel tamaño?
Seti
entregó a su hijo una larga cuerda con un nudo corredizo.
—Su
fuerza está en su cabeza; atrápalo
por los cuernos y lo vencerás.
El
joven recobró la esperanza; durante las luchas náuticas en el
lago de recreo del
palacio
se había ejercitado en el manejo de las cuerdas.
—En
cuanto el toro oiga el silbido del lazo —advirtió el faraón—
se abalanzará sobre ti; no falles, pues no dispondrás de una
segunda oportunidad.
Ramsés
repitió el gesto con el pensamiento y se envalentonó en
silencio. A pesar de su corta edad, medía más de un metro
setenta y exhibía la musculatura de un atleta que
practica varios deportes; ¡cómo le irritaba el rizo de la
infancia, sujeto por una cinta a la altura de la oreja, adorno
ritual confeccionado con sus magníficos cabellos rubios! En
cuanto fuera titular de un puesto en la corte, sería autorizado a
llevar otro peinado.
Pero,
¿el destino le daría el tiempo suficiente? Por cierto, en muchas
ocasiones, y no sin fanfarronería, el fogoso joven había
solicitado pruebas dignas de él. No sospechaba que el
faraón
en persona respondería a sus deseos de manera tan desmesurada.
Irritado
por el olor del hombre, el toro no esperaría mucho tiempo. Ramsés
apretó la
cuerda.
Cuando el animal se sintiera capturado, necesitaría desplegar
la fuerza de un
coloso
para inmovilizarlo. Puesto que aún no la
poseía, iría más allá de sí mismo, aunque le
estallara
el corazón.
No,
no decepcionaría al faraón.
Ramsés
hizo voltear el lazo; el toro se abalanzó con los cuernos por
delante.
Sorprendido
por la velocidad del animal, el joven se apartó dando dos pasos
hacia un
lado,
extendió el brazo derecho y lanzó el lazo, que onduló como una
serpiente y golpeó el
lomo
del toro. Al terminar el movimiento, Ramsés resbaló en el húmedo
suelo y cayó en el momento en que los cuernos se aprestaban a
ensartarlo. Le rozaron el pecho sin que él cerrara los ojos.
Había
querido ver la muerte de frente
Irritado,
el toro continuó su carrera hasta el cañizal y se volvió de un
salto; Ramsés,
que
se había levantado, fijó su mirada en la del animal. Lo
desafiaría hasta el último
momento
y probaría a Seti que el hijo de un rey sabía morir dignamente.
El
impulso del monstruo fue atajado en seco; la cuerda que sostenía
firmemente el
faraón
rodeaba sus cuernos. Loco de
furia, sacudiendo la cabeza y exponiéndose a
romperse
la nuca, el animal intentó liberarse pero fue en vano; Seti
utilizaba su enorme
fuerza
para volverla contra él.
—¡Agárrale
el rabo! —ordenó a su hijo.
Ramsés
corrió y cogió la cola casi desnuda, provista de un mechón de
crin en el extremo, la cola que el faraón llevaba colgada a la
cintura de su taparrabo, como dueño del poder del toro.
Vencido,
el animal se calmó, contentándose con resoplar y gruñir. El rey
lo soltó, tras
indicar
a Ramsés que se colocara detrás de él.
—Esta
especie es indomable; un macho como éste arremete a través del
fuego y el agua, e incluso sabe ocultarse detrás de un árbol
para sorprender mejor a su enemigo. El animal ladeó la cabeza y
miró un instante a su adversario. Como si se supiera
impotente
frente al faraón, se alejó con paso tranquilo hacia su
territorio.
—¡Vos
sois más fuerte que él!
—Ya
no somos adversarios porque hemos cerrado un pacto.
Seti
sacó un puñal de un estuche de cuero y, con un gesto rápido y
preciso, cortó el
rizo
de la infancia.
—Padre
mío...
—Tu
infancia ha muerto; la vida empieza mañana, Ramsés.
—No
he vencido al toro.
—Has
vencido el miedo, el primero de los camino de la sabiduría.
—¿Y
hay muchos otros?
—Sin
duda más que granos de arena en el desierto.
La
pregunta ardía en los labios del joven.
—¿Debo
entender... que me habéis elegido como sucesor?
—¿Crees
que basta con el coraje para gobernar a los hombres?
|
el
enorme animal no dejaba de mirarlo y cada vez se enfurecia mas
El
animal era enorme
y
provisto de afilados cuernos los cuales estaban listos para
linchar al primero que se puesiera delante
estaba
un muchacho de 14 años frente a su destino
entonces
guardando un silecio total
para
luego ser conducidos por un carro que era transportardo por dos
caballos...se introdujo entre los altos papiros
ante
dos imponentes presenciasla del toro, con su potencia y colosal
figura, y la de faraon que encarnaba la autoridad y el poder
supremo
Al
ver eso intento refugiarse en los ojos de su padre para pedirle
ayuda y orientacion, pero lo unico que encontro como respuesta fue
una severa y traspasante mirada que lo dejo paralizado
-
Padre es enorme !
-
Y tu quien eres,
-eres
un cobarde o el hijo del rey de Egipto ?)
(pero
la mirada del monarca que le traspasaba hasta lo mas profundo de
su alma)
-Padre
estoy duispuesto a luchar...sin embargo no quier desilusionaros)
-
Un hombre tiene que llegar hasta el final de sus fuerzas, pero un
superhombre va mas allade ellas, aquel que no es capaz de
ultrapasar los limites humanos jamas podra ser faraon.)
-Ramses
contesto que eso era una empresa fisicamente imposible
-
tu abuelo Ramses me enseno a ser un coloso poderoso de eterna
juventud, mas fuerte que cualquier bestia con un corazon firme)
Tu
Ramses eres ua estrella, pero ahora te toca demostrarlo !
Resplandece o desaparece!
Como
luchar contra esa temible bestia ?
(su
padre al ver que el joven controlaba al toro le lanzo una cuerda)
agrarradolo
por los cuernos se abalanzo sobre el
se
alejo del toro sujetando la cuerda y tirando sobre ella lo mas
fuerte posible, hasta que la bestia se vio obligada a ceder y
calmarse
Ramses
se vio cara a cara con su muerte
ato
a los cuernos del anima enfurecido
El
monarca saco un dorado punal con forma de Leon, y con un rapido
gesto decidio cortar el rizo de infancia que su hijo llevaba
-Tu
infancia ha muerto, tu vida empieza manana, Ramses
-
pero padre no he matado al toro
-
Si hijo, pero has vencido al miedo que es el primero de los
enemigos en el camino de la sabiduria
Ramses
pregunto a su padre si esa prueba significaba el haber sido
elegido como sucesor al trono)
-
Ramses crees que es suficiente el coraje para gobernar a los
hombres ?
|
« Anecdota
de Ramsés y del Babuino en el salon de clase.... »
Lo
interesante de este pequeño extracto es encontrar una anécdota que
salio de la imaginación del escritor francés y que no tiene nada
que ver con hechos históricamente comprobables. También podemos
apreciar como Barón robando la idea a alguien màs , la adapta e
introduce un vocabulario « gnóstico » (aquí la palabra
« telepático ») para sus lectores...
Es útil mencionar que los puntos doctrinales de Christian Jacq
(que es un buen especialista del Egipto antiguo a parte de ser un
escritor con buen estilo y mucha imaginación) son también cambiados por el maniqueismo gnóstico. Por ejemplo el escritor
francés cuenta en su novela como Ramsés supò usar favorablemente
la fuerza de Seth. Impensable para Ernesto Barón ! « Seth es el
mal y punto !
La
obra del CEA es una recopilacion adaptada para los designios
propagandistas del grupo.
No
olvidemos que los lectores, en gran parte, creen que los personajes
principales de la obra son los mismos Directores del CEA en la época de los faraones... Eso es muy importante, para entender como esta
obra, al final es pura propaganda que participa de « un
trabajo sobre el inconsciente » de la gente...
Texto
C. Jacq « El hijo de la luz »
Capitulo
9
|
Texto
Nefer «El alma de los faraones »
Capitulo:
Las primeras pruebas de Ramsés »
|
Cuando
Ramsés se presentó al concurso de escriba real, no estaba
preparado. (...)
Llegó
la última prueba, en forma de enigmas.
En
el cuarto, Ramsés tropezó: ¿ cómo transformaría el escriba
la muerte en vida? ¡No se
imaginaba
que un letrado dispusiera de semejante poder!
No se le ocurrió ninguna respuesta satisfactoria. Este
lapsus, añadido a inevitables errores de detalle, podían
eliminarle. Su empeño fue inútil; no daba con la solución.
No
obstante, si fracasaba, no abandonaría a Ameni. Lo llevaría al
desierto, junto a Setaú y sus serpientes; más valía arriesgarse
a la muerte a cada instante que sobrevivir como un prisionero.
Un
babuino bajó de una palmera y se introdujo en la sala de
exámenes;
los vigilantes no
tuvieron tiempo de intervenir.
Saltó
sobre los hombros de Ramsés, que permaneció impasible. El mono
murmuró unas
palabras
al oído del joven y desapareció como había venido.
Durante
unos instantes, el hijo del rey y el animal sagrado del dios Thot,
el creador de
los
jeroglíficos, habían formado un solo ser; sus pensamientos se
habían unido, el espíritude uno había guiado la mano del otro.
Ramsés leyó la respuesta
que le había sido dictada: el raspador de fina arenisca, con el
que el escriba sacaba la capa de yeso sobre la que había escrito
a fin de sustituirla por una nueva capa, le permitía hacer que la
paleta pasara de la muerte a la vida, dejándola de nuevo
utilizable, como nueva.
|
Ramsès
como, de costumbre estaba sentado en su sala de clase donde
minuciosamente intentaba aprender el sentido de los interminables
jeroglificos.
No
olvidaba la idea de cumplir con al promesa hecha a su padre de ser
un gran escriba, pero esa
fuerza y llama ardiente que le embargaba en su interior ,
dificilmente se podia aplacar con las frias tabletas de los
jeroglificos. Ramsès sentia ne lo mas hondo de su corazon que el
camino de escriba no era el suyo. El amaba la aventura, el
desierto, las inumeras estrellas y siempre le gustaba ponerse a
prueba para poder superarse a si mismo. Secretamente sabia que esa
carrera sedentaria, lo le podria jamas proporcionar la aventura,
ni el continuo cambio que el necesitaba.)
Mientras
su cabeza divagaba con sueños mas allà del mundo terrenal,
de forma agil e inesperada un babuino se introdujo en el aula
sin que nadie tuveira tiempo suficiente para intervenir.
El
gracioso animalito extrañamente se fue hacia el hijo del faraon y
se poso sobre su cabeza, pero el joven permanecio impasible.
Entonces el mono murmurando unas frases al oido de Ramsès,
de pronto como habia venido rapidamente desaparecio.
Durante
unos instantes el joven escriba y el animal sagrado de Thot
creador de los jeroglificos,
uniendo sus
pensamientos en un solo, se habia comunicado con un lenguaje
telepatico, el cual nadie pudo escuchar.
De forma que Ramsès
comprendio la profunda importancia de saber grabar en cada
instante los sucesos diarios, tal como asi ensenaba el trabajo del
Dios Thot registrador de las vidas de todo hombre y mujer.)
|
Increíble son unos plagiadores y lo peor cínicos en seguir engañando a personas que les creen que fue la historia de sus vidas pasadas 😑
ResponderEliminarQue horror, me dan ganas de vomitar de la viileza de estos supuestos seres divinos en engañar a las masas gente ingenua que les cree su supuesta divinidad y desinteresada ayuda a la humanidad jajaja ya me imagino a la pareja riendose en su casa. Además de hacerlos sufrír psicológicamente y adueñarse de sus vidas, todavía les vende historias falsas. Gracias a Dios yo vi el engaño muy rápido, me invitaron a escuchar unas conferencias gratuitas y cuando pregunté quien era el ponente obviamente tengo que saber a quien escucho si es psicólogo profesional o no voy a confiar que me las de Juan pepitas, es mi vida y mi salud emocional vale mucho. Pues estos no me quisieron decir disque son profesores de un gran prestigiado escritor y dije nombre si es tan prestigiado es muy conocido a ver diganme el nombre. Y me dijeron retire por favor jajaja no caí en su trampa. Pobres me dan lástima como siguen engañando a las personas en fin.
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